sábado, 31 de octubre de 2020

EL MAGUEY-UNA LEYENDA-(continuación)

 

Durante más de un año el amor y las delicias coronaron la ardiente pasión del monarca.  De su unión secreta con Xóchitl, resultó un niño hermoso como los padres que le dieron el ser. Se le puso por nombre Meconetzin (hijo del maguey) aludiendo a que esta planta fue el origen de estos afortunados amores.

El padre de la joven que había concebido ya sospechas, y que sobre todo deseaba ver a su hija, de la cual había estado separado cerca de dos años, se disfrazó de mercader y logró introducirse al palacio de Palpan hasta llegar a la que encontró con un niño en los brazos.

Las costumbres puras y sencillas de los primeros Toltecas no podían menos de convertir tales lances amorosos en motivo de escándalo y aun de crimen, así es que Papantzin no contuvo su cólera e indignación, y con la conciencia y el derecho de un padre engañado y ofendido, se presentó a reclamar al rey la honra de su hija. El rey, más con el lenguaje de un enamorado que con el tono altivo de un monarca, procuró disculparse y prometió distinguir a su noble querida, y fijar en su hijo la sucesión de la corona. Colmó de presentes al ofendido viejo y le prometió que cuidaría de reparar su honor en la primera oportunidad.

El monarca era casado.  Falleció la reina, se llevó a Xóchitl y a su hijo a su residencia y según algunos autores, se casó con ella.

En pocos años el hijo del maguey fue un joven gallardo, entendido, inclinado al gobierno del reino y a la guerra. Habiendo concluido su padre el período de su reinado que debía ser de 52 años, mandó que fuese reconocido como sucesor su hijo, que se llamó más tarde Topiltzin o el justiciero, y entregó el gobierno a Xóchitl, la que se condujo como una mujer llena de prudencia, de talento y de virtudes, captándose el amor y respeto de todos sus súbditos.

Sin embargo, tres señores o Régulos poderosos de la corte, bajo el pretexto de la irregularidad de la sucesión, rehusaron reconocer como soberano al hijo de Xóchitl. Permanecieron quietos mucho tiempo, pero al fin declararon abiertamente su rebelión y, unidos, reunieron un numeroso ejército y se encaminaron a batir a Topiltzin hasta las puertas mismas de su capital.

Hubo una tregua de diez años; pero terminada ésta, comenzó la guerra más encarnizada y formidable por ambas partes. El monarca Tolteca peleó siempre con valor y con fortuna durante tres años, pero a la plaga de la guerra se añadieron la peste y el hambre que diezmaron a todas las poblaciones del imperio, las que débiles y faltas de todo recurso fueron sucesivamente cayendo en poder del enemigo, que todo lo llevaban a sangre y fuego.

En cuanto a Xóchitl, fiel a sus costumbres y a su raza, y con todo el noble orgullo de una gran señora, jamás se doblegó ni a las circunstancias ni a los peligros. Sus faltas, si las tuvo, las expió sobradamente con una serie no interrumpida de sufrimientos durante todo el tiempo de la guerra. Animosa y fuerte no hubo riesgo que no enfrentase ni dificultad que no procurase vencer por afirmar los derechos y el trono de su hijo, hasta que, abandonada enteramente de la suerte, cayó muerta al lado de su esposo Tepancaltzin en una de las últimas batallas que señalaron la completa destrucción y ruina del Imperio Tolteca. Los vencedores estaban de tal manera extenuados al tiempo de obtener el triunfo, que lejos de poder reconstruir la monarquía que habían destruido, a duras penas pudieron retirarse a sus tierras.

 Topiltzin se refugió en la corte Chichimeca y jamás quiso volver a los lugares que fueron testigos de su brillo pasajero y de su completa desgracia. El país por algunos años quedó aniquilado y desierto hasta que vinieron a poblarlo otras razas procedentes de los desconocidos países del Norte y formaron otro nuevo y poderoso Imperio.

https://arqueologiamexicana.mx/mexico-antiguo/el-mito-del-origen-del-maguey

https://arqueologiamexicana.mx/mexico-antiguo/el-maguey-breve-historia

http://mundonuestro.e-consulta.com/index.php/cronica/item/tradiciones-e-historia-del-maguey


 

 

 


domingo, 18 de octubre de 2020

EL MAGUEY-UNA LEYENDA

 

¿Quién fue el primero que descubrió que del centro o del corazón del maguey podía extraerse una sustancia dulce, agradable y embriagadora?

A través de los años, la observación de los pobladores del campo transmite el conocimiento del uso y propiedades de las plantas, entregando la experiencia de padres a hijos, sin poder averiguar a quién se debió la primera información, aunque después los sabios estudien su naturaleza y propiedades. Como ha sucedido con el té, el café, o el tabaco.

El caballero Lorenzo Boturini, que como es sabido reunió una abundante y preciosa colección de mapas y manuscritos antiguos de los mexicanos, dice que el dios Ixquitecatl fue el que inventó el modo de sacar el aguamiel del maguey y que un monarca de los Culhuas que se embriagó en público, para disculpar tan vergonzosa falta, instituyó una fiesta que fue la cuarta movible, en honor de los dioses del vino, y en dicho día se daba licencia general a todos para embriagarse.

 Cualquiera que sea el fundamento de esta interpretación de las pinturas simbólicas de los indios, nos parece más verídica y probable que la que vamos a referir.

Por los años de 1045 a 1050 reinaba en el Imperio de Tollan, el octavo Rey Tolteca llamado Tecpancaltzin. Era un monarca sabio, rígido en sus costumbres, muy amado de sus vasallos, y temido y respetado de sus vecinos y tributarios.   Jamás había cometido falta que empañase su conducta.  Un día, en el décimo año de su reinado, se presentó en su palacio un noble y pariente suyo llamado Papantzin.

Señor, le dijo, mi hija ha descubierto que del centro de las plantas de Metl que tiene en su jardín, brota un licor dulce y aromático. Hemos venido a ofrecer a nuestro rey las primicias de este descubrimiento.

El rey le dio las gracias.   Lo hizo sentar junto a su trono, y ordenó que fuese conducida a su presencia la hija de su noble pariente.

La doncella entró con un tecomatl pintado de color rojo en el cual había algunos presentes y flores, y además otra vasija llena del aguamiel del maguey.

La doncella estaba vestida al uso de las nobles Toltecas, con una túnica de algodón blanca que le bajaba hasta los tobillos, y sobre esa túnica tres pellizas de algodón bordadas de diversos colores. Tenía 16 años, era de ese cutis sedoso y moreno de las hijas de los trópicos, de grandes ojos negros, de cabello abundante, negro y lustroso, de boca fresca, encarnada, franca y graciosa, que encerraba una dentadura más blanca que el marfil. Se llamaba Xóchitl, es decir Flor, y en efecto, no había en todas las campañas de Anáhuac, flor que pudiera compararse a la hermosa hija de Papantzin.

El monarca recibió el presente, gustó el licor y dio las gracias a su noble pariente, pero con un embarazo y turbación tal, que desde luego se notaba que algo pasaba en su alma. Xóchitl por su parte, pudorosa, inocente y casta, bajaba los ojos, el color encendía sus mejillas y sus miradas no se atrevían a encontrarse con las de su Soberano.

Desde este momento su suerte quedó decidida. A los pocos días Tecpancaltzin rogó a su pariente que enviase a su hija con una nueva provisión de aguamiel. Como con esto el soberano hacia honor a la familia, Xóchitl se encaminó al palacio acompañada de su nodriza, y presentó de nuevo algunas vasijas del sabroso licor.

El rey le dijo que una doncella tan noble y tan hermosa debía ser educada y servida como una princesa en la casa real. En consecuencia, la envió a su palacio de Palpan, participando a su pariente esta resolución con la nodriza que regresó sola a la habitación de la doncella.

(continuará)

 

sábado, 12 de septiembre de 2020

UNA PLANTA MARAVILLOSA (MAGUEY)

 



Un naturalista sueco del siglo XVIII nombró a los magueyes “agave” o “agaváceas”, pues las encontró ilustres y admirables. Precisamente ese es el significado de agave en la voz grecolatina.

El maguey fue llamado “árbol de las maravillas” en las reseñas del jesuita José Acosta por atribuírseles en México milagros como dar agua, vino, aceite, vinagre, miel y una fibra textil conocida como ixtle con la que se pueden elaborar bolsas, sarapes, lonas, vestidos, rebosos o petates.

Los pueblos indígenas legaron una milenaria tradición para el aprovechamiento de esta planta.  Se sabe que fue domesticada desde hace miles de años y sus usos gastronómicos, medicinales y artesanales forman parte de la diversidad cultural del país.

El pulque, la “bebida de los dioses”, sale del maguey.

La relación de la planta del maguey con los grupos humanos en México es ancestral. Se han encontrado restos que indican que se le consumía desde hace más de 6 000 años y que fue una de las especies que acompañaron la transición de grupos nómadas de cazadores-recolectores a agricultores sedentarios.

La palabra “maguey” es de origen precolombino, un nombre vinculado con la voz Mayáhuel, la diosa mexica del maguey y por extensión de la embriaguez. (en náhuatl: Mayáhuel, 'lo que rodea el maguey, metl, maguey; yahualli, redondo’ generalmente representada como una joven mujer que surge de una floreciente planta de maguey, y que en ocasiones lleva en las manos copas de pulque, aunque también puede llevar espinas o fibras. Mayáhuel también se relaciona con el grupo de diosas asociadas a la fecundidad y la fertilidad.

El origen divino de la planta del maguey, y con ella del pulque, queda expresado claramente en el relato consignado en la Historie de Mechique. En él se narra como Ehécatl (dios del viento y una de las advocaciones de Quetzalcóatl) va en la búsqueda de una bebida que traiga alegría a los hombres, y como de esa búsqueda se derivan acontecimientos que dan origen al metl o maguey.

En la medida en que es un sustento generoso y fuente de la bebida ritual más significativa para las sociedades mesoamericanas, el maguey es una planta con importantes connotaciones simbólicas.

Entre los mixtecos, a la deidad del maguey se le llamaba 11 Serpiente y se le mostraba con la cabeza separada del cuello, del que brota sangre. Algunos autores proponen que esto se relaciona con los cortes que se hacen al maguey para extraer el aguamiel, proceso fundamental en la elaboración del pulque.

¿Quién plantó el primer maguey? ¿Dónde se plantó? ¿Fue esta planta anterior al Diluvio o posterior a este grande cataclismo? ¿Se formó acaso de alguna de las sustancias que quedaron depositadas en la tierra? ¿Era el maguey planta de las regiones del Asia, y las aves atravesando las montañas y los mares, trajeron estas semillas para depositarlas en la mesa central del Anáhuac o los primeros habitantes que pasaron a estas regiones, fueron los que condujeron en su larga y extraña peregrinación, todas las semillas de las plantas útiles a fin de cultivarlas y servirse de ellas para su alimento y vestido? 

El origen del maguey es tan oscuro y dudoso como el de los primeros habitantes que ocuparon estas regiones, y cuando se trata de profundizar en la materia, se encuentra que la historia de esta planta está mezclada de una manera íntima a las tradiciones fabulosas y a los grandes sucesos de las antiguas razas que ocuparon la meseta central de la América.

https://arqueologiamexicana.mx/mexico-antiguo/el-mito-del-origen-del-maguey.

http://mundonuestro.e-consulta.com/index.php/cronica/item/tradiciones-e-historia-del-maguey

(continuará)

lunes, 8 de junio de 2020

MIEDO AL OLVIDO-III ALTARES Y OFRENDAS


 


Las ofrendas que se colocan en el altar deben contener elementos y símbolos que inviten al espíritu a viajar desde el mundo de los muertos para convivir ese día con sus familiares y amigos.
La imagen del difunto honra el nivel más alto del altar.  Se coloca de espaldas y frente a ella se dispone un espejo para que pueda ver el reflejo de sus parientes, y estos vean a su vez únicamente el del difunto.

La cruz, utilizada en todos los altares, es un símbolo introducido por los evangelizadores españoles con el fin de incorporar el catecismo a una tradición tan arraigada entre los nativos como la veneración a los muertos.  Es colocada en la parte superior del altar, a un lado de la imagen del difunto, y puede ser de sal o de ceniza.

Una imagen de las ánimas del purgatorio se coloca para que, en caso de que el espíritu del muerto se encuentre allí, se facilite su salida.  Según la religión católica, los que mueren habiendo cometido pecados veniales sin confesarse deben expiar sus culpas en el purgatorio.

El Copal, una resina aromática que procede del árbol del Copal que ha tenido una importante trascendencia desde la antigüedad, es un elemento prehispánico que limpia y purifica las energías de un lugar y las de quien lo utiliza.  A su vez el incienso santifica el ambiente.  Ambos también se colocan en el altar.  

Un arco adornado con luminarias y flor de cempasúchil se coloca en la cúspide del altar y simboliza la entrada al mundo de los muertos.
La flor de Cempasúchil, o cempaxúchitl es un ornato usual en los altares y en el sepulcro.
En náhuatl, significa flor de veinte pétalos, es una planta originaria de México y de Centroamérica, la cual puede llegar a medir hasta un metro de altura y sus botones alcanzan los cinco centímetros de diámetro.
Florece en el otoño, cerca del Día de muertos.  Se cree que sus pétalos de color amarillo marcan la senda que deben recorrer los muertos durante la visita que hacen estos días porque guardan el calor del sol y su aroma los llama. 
El papel picado,con sugerentes escenas y motivos recortados, representa la alegría festiva del Día de Muertos y del viento. 
En los altares tradicionales se representaba a los dioses de la tierra, la lluvia, el agua, la agricultura y el Mictlán, por medio de las figuras en papel amate.  
Actualmente, no solo le da color a la ofrenda, sino que representa el aire, uno de los cuatro elementos que debe estar presente en cualquier ofrecimiento. 
Cada papel tiene diferentes colores, que se fueron adaptando a un nuevo rito en tiempos de la evangelización.
El naranja representa luto, el morado se refiere a la religión católica, el azul refiere a los difuntos que tuvieron una muerte relacionada con el agua, el rojo es para los guerreros o mujeres que fallecieron durante el parto, el verde es para los jóvenes. el blanco para los niños, el amarillo para los ancianos y el negro simboliza al inframundo.
Velas, veladoras y cirios son consideradas como la luz que guía en este mundo.  Son por tradición de color morado y blanco, ya que significan duelo y pureza respectivamente.  Los cirios suelen ser colocados según los puntos cardinales, y las veladoras se extienden a modo de sendero para llegar al altar.

El agua tiene gran importancia ya que, entre otros significados, refleja la pureza del alma, el ciclo continuo de la regeneración de la vida y de las siembras.  Además, un vaso de agua sirve para que el espíritu mitigue su sed después del viaje desde el mundo de los muertos.
Junto a la vasija con agua también se puede colocar un jabón, una toalla y un espejo para el aseo de los difuntos
Las calaveras son distribuidas en todo el altar y pueden ser de azúcar, barro o yeso, con adornos de colores.  Se le considera una alusión a la muerte y recuerdan que ésta siempre se encuentra presente.
El alimento tradicional o el que era del agrado de los fallecidos se ofrece para disfrute del alma visitante.
El pan es una representación de la eucaristía, y fue agregado por los evangelizadores españoles.  Puede ser en forma de muertito de Pátzcuaro, Michoacán, o de domo redondo, adornado con formas de huesos en alusión a la cruz, espolvoreado con azúcar y hecho con anís.
El origen del Pan de Muerto se sitúa en la época de la conquista, el que fue inspirado por rituales prehispánicos cuando se practicaban sacrificios humanos.  Los colonizadores encontraron muy violenta esta práctica, por lo que sugirieron se preparara un pan de trigo cubierto de azúcar roja, el cual simulaba el corazón de las doncellas, sin llegar al extremo de que, en realidad, estas tuvieran que perder la vida.
Se sabe que en Mesoamérica se preparaba un pan de amaranto molido que después de mezclarse con la sangre de los sacrificios, se ofrecía a los dioses.  Siendo estos los primeros indicios del Pan de Muerto.

La visita del difunto es alegrada con las bebidas de su preferencia, generalmente tequila, pulque o mezcal.  También con artículos y objetos  que le pertenecían, con la finalidad de que el espíritu pueda recordar los momentos de su vida.  En el caso de los niños se colocan sus juguetes preferidos.

La cultura mexicana tiene su más colorida representación en la celebración del Día de Muertos, festividad que se ha visto retratada en diferentes expresiones que abarcan todas las manifestaciones: desde el arte prehispánico hasta el popular de nuestros días.
Actualmente, la muerte hecha objeto, la muerte representada, no toma por sorpresa al mexicano, donde la visión radica en su valoración y no en el desprecio. Se manifiesta como una explicación del mundo, heredadas y evocadas inconscientemente.

La fusión de ambas culturas hace del altar un producto que evoca  los elementos que le dieron origen y que lo traducen en una repetición y evocación constantes del mundo indígena y del católico, con símbolos que adquieren un nuevo significado.
La muerte, en ese sentido, no se enuncia como  ausencia, ni como falta, sino como una nueva etapa: el muerto viene, camina y observa el altar, percibe, huele, prueba, escucha.  No es un ser ajeno.   Es una presencia viva. 
La metáfora de la vida misma se cuenta en un altar, y se entiende a la muerte como un renacer constante, como un proceso infinito que nos hace comprender que los que hoy estamos ofreciendo seremos mañana invitados a la fiesta.


Textos de:
 https://www.uv.mx/cienciahombre/revistae/vol25num1/articulos/altar
https://www.mexicodesconocido.com.mx/noche-de-muertos-michoacan.html

Revisión de estilo: Nilda Bouzo