miércoles, 2 de enero de 2019

TAXCO-PUEBLO MÁGICO

. (náhutal es "lugar del juego de pelota".(tlatcht-nombre del juego de pelota, y el locativo -co- lugar o en lugar)



Los pobladores originales de este Pueblo Mágico se concentraban en Taxco El Viejo, a 12 kilómetros de la cabecera municipal. Esta comunidad estuvo habitada por matlazincas, chontales y tlahuicas provenientes del vecino Estado de México, que fueron llevados por el rey tlatoani Ahuizotl para colonizar la región.
Después de cerca de un siglo rindiendo tributo a Tenochtitlán, el sitio originalmente conocido como Tetelcingo fue conquistado por una partida de soldados enviados por Hernán Cortés, que iban en busca de estaño para mezclarlo con cobre y construir cañones. Al descubrir que el blanco metal era en realidad plata, el conquistador ordenó otra partida para explorar más a fondo.
Fue así como los colonos españoles comenzaron a levantar una nueva población, a varios kilómetros de la aldea indígena. Por la escasa infraestructura para la explotación minera, durante más de 200 años Taxco continuó como una población más en el camino real, pero en el siglo XVIII los españoles Francisco y José De La Borda se instalaron en la zona para trabajar las minas de Pedregal, Coyote, San Ignacio y Cerro Perdido.
http://www.pueblosmexico.com.mx/


Un sábado viajamos a conocer Taxco, uno de los bien llamados “pueblos mágicos” de México. Literalmente “colgado” de los cerros en los que los colonizadores llenaron sus arcas españolas de oro y plata, hasta agotarlas.
Una población semi indígena vive del comercio de la artesanía de plata y del turismo.
Hay algo más de dos horas de viaje desde el DF por la autopista que conduce a Acapulco, con curvas impresionantes en un trayecto entre montañas cortadas por la carretera, valles inmensos donde se ven poblados aislados y un paisaje imponente.

A varios kilómetros, nos desviamos a una carretera más estrecha, de solo dos vías, con plantas de buganvilias de varios colores sembradas a ambos lados y con peores curvas, por tramos hay una pared de rocas a un lado y un abismo al otro, hay que ir con el cinturón de seguridad bien pero bien sujeto.
La entrada al poblado semeja una postal, está asentado en las faldas de cerros y montañas, en uno de ellos hay un hotel que tiene como acceso una calle casi vertical y un teleférico.

En la cima de uno de los cerros hay una enorme y visible estatua del Cristo. ¿Cómo llegaron allí?  A saber…

Las calles son callejones de piedras de no más de 2 metros de ancho, con Tianguis a un lado y a otro, con poco espacio libre para caminar.
Venden joyas, bisuterías, objetos utilitarios, estatuillas, cuadros, todo de plata, en cantidades apreciables, con una variedad de diseños que cuesta elegir el mejor o más bonito porque todos tienen su valor artístico y comercial.
 Instalan mesas en cualquier lugar, dentro de garajes, en la calle, en sótanos, y por esos callejones, cientos de transeúntes, autos pequeños, los llamados “bochos”, cuatrimotos, motos, taxis, turistas, nativos, ventas de comidas, ropas, zapatos, de locura, subes y bajas escaleras talladas en la roca en calles que tienen pasamanos para aguantarse, por lo inclinadas que son.
Si en la ciudad en cada metro cuadrado hay alguien vendiendo, aquí es en cada centímetro.

Almorzamos en “Tía Calla” una “pozolería, también en un sótano, llena de comensales, muy recomendada y efectivamente, riquísimo todo lo que ofertan, hasta arroz con leche había de postre.
En la plaza del pueblo está la huella colonizadora, la casa de gobierno, la glorieta o “quiosco” el parque bordeado de árboles y asientos para descansar a la sombra y señoreando el lugar la parroquia de Santa Prisca.

Dedicada a la Inmaculada Concepción y bajo la tutela de Santa Prisca, tanto en su magnífica fachada como en sus bellos interiores está considerada una de las mejores y más extraordinarias muestras del estilo churrigueresco mexicano, altares revestidos en oro, un órgano monumental que es difícil de encontrar en alguna otra parte del mundo, que consta de 250 flautas con mil voces construído en Taxco con piezas provenientes de Europa la hacen una de las construcciones religiosas más bellas e impactantes de México.
Se cuenta que su construcción se debió a la petición que don José de la Borda hizo al Arzobispado de México para que se le permitiese edificar una iglesia en el mismo sitio en donde se encontraba la antigua parroquia de Taxco, con el objetivo de procurarle un templo a su hijo que estaba en vías de ordenarse sacerdote.

La leyenda de Santa Prisca es una de las tantas que hacen de la cultura mexicana en sus relatos y tradiciones una mezcla de dioses y hombres, vale la pena buscarla y leerla.
Regresamos antes de la caída del sol, para evitar la noche en tan tortuosa carretera, con el sabor de un lindo viaje, un interesante lugar y un anillo de plata y marquesita como recuerdo.
(Fotos de la autora)












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