domingo, 16 de diciembre de 2018

SAN JUAN DE TEOTIHUACAN (Teōtihuácān)


Viajamos un domingo temprano en la mañana hacia la tan nombrada zona “de las Pirámides”, a San Juan de Teotihuacán, el pueblo y asentamiento de los increíbles monumentos prehispánicos Patrimonio Mundial de la Unesco desde 1987 y visita obligada de todo viajero que llega a México.

En náhuatl Teotihuacán, náhuatl: Teōtihuácān,  “Lugar donde fueron hechos los dioses; ciudad de dioses” náhuatl teōti 'ser [un] dios', teōtia 'convertir [a alguien] en [un] dios', teōtihua 'ser transformado en dios'). (es el nombre que se le dá a la que fue una de las mayores ciudades de Mesoamérica durante la época prehispánica, con una población cercana a los 200,000 habitantes en su época de mayor esplendor.

La ciudad prehispánica de Teotihuacan fue construida en un valle surcado por el río San Juan, que desembocaba en el lago de Texcoco, se encuentra a una altitud de entre 2240 y 2350 msnm, es decir, asciende desde una cota similar a la del nivel de la Ciudad de México.  Por motivos que aún no han sido del todo dilucidados, Teotihuacan se colapsó hacia mediados del siglo VIII,
No me atrevo a describir la grandiosidad que se respira en el lugar, recorrerla completa no se hace en un día, es impresionante, fabulosa, mágica, única.


 En esa época  pude recorrer los mas de 2 kilómetros de la Calzada de los Muertos, la principal avenida de la otrora poderosa ciudad a la que acudían los aztecas y sus gobernantes a orar y celebrar sus ritos, y en cuyo final se encuentra la Pirámide de la Luna, vigilando al transeúnte.

Teotihuacan se ha convertido en un estandarte para los mexicanos en la defensa y resguardo del Patrimonio Cultural del país.
Su monumento principal, la Pirámide del Sol, es un icono de la identidad nacional, sobre todo como un elemento relevante del pasado prehispánico. Los restos arqueológicos de la antigua ciudad representan a México en el mundo entero.
Y las bellas leyendas que asocian el lugar con el nacimiento del Sol y la Luna.



Antes de que hubiese día, se reunieron los dioses en Teotihuacán y dijeron, ¿Quién alumbrará el mundo? Un dios rico (Tecuzitecatl), dijo yo tomo el cargo de alumbrar el mundo. ¿Quién será el otro?, y como nadie respondía, se lo ordenaron a otro dios que era pobre y buboso (Nanahuatzin). Después del nombramiento, los dos comenzaron a hacer penitencia y a elevar oraciones. El dios rico ofreció plumas valiosas de un ave que llamaban quetzal, pelotas de oro, piedras preciosas, coral e incienso de copal. El buboso (que se llamaba Nanauatzin), ofrecía cañas verdes, bolas de heno, espinas de maguey cubiertas con su sangre, y en lugar de copal, ofrecía las postillas de sus bubas. A la media noche se terminó la penitencia y comenzaron los oficios. Los dioses regalaron al dios rico un hermoso plumaje y una chaqueta de lienzo y al dios pobre, una estola de papel. Después encendieron fuego y ordenaron al dios rico que se metiera dentro. Pero tuvo miedo y se echó para atrás. Lo intentó de nuevo y volvió para atrás, así hasta cuatro veces. Entonces le tocó el turno a Nanauatzin que cerró los ojos y se metió en el fuego y ardió. Cuando el rico lo vio, le imitó. A continuación entró un águila, que también se quemó (por eso el águila tiene las plumas hoscas, color moreno muy oscuro o negrestinas, color negruzco); después entró un tigre que se chamuscó y quedó manchado de blanco y negro. Los dioses se sentaron entonces a esperar de qué parte saldría Nanauatzin; miraron hacia Oriente y vieron salir el Sol muy colorado; no le podían mirar y echaba rayos por todas partes. Volvieron a mirar hacia Oriente y vieron salir la Luna. Al principio los dos dioses resplandecían por igual, pero uno de los presentes arrojó un conejo a la cara del dios rico y de esa manera le disminuyó el resplandor. Todos se quedaron quietos sobre la tierra; después decidieron morir para dar de esa manera la vida al Sol y la Luna. Fue el Aire quien se encargó de matarlos y a continuación el Viento empezó a soplar y a mover, primero al Sol y más tarde a la Luna. Por eso sale el Sol durante el día y la Luna más tarde, por la noche.


En las entradas te reciben pequeños comercios de los pobladores de la zona, que ofrecen artesanías, comidas (que en México no pueden faltar) tallas hechas con obsidiana, alabastro, cerámica,tejidos, muy bien hechos por cierto y están prestos a ayudar y servir de guías.
 
Hicimos el recorrido por nuestra cuenta, sin un plan determinado como lo tiene diseñado por rutas el INAH (Instituto de Arqueología e Historia de México), que no dudo sea más instructivo, pero no más emocionante.
Ir descubriendo edificaciones, subir y bajar las múltiples escaleras de piedra con una inclinación que reta a la gravedad, es una prueba de resistencia.


La inclinación, la huella estrecha y los pasos altos de los escalones tallados en la piedra, te hacen subir o bajar casi “a gatas” …existe la creencia de que son así porque eran centros ceremoniales y los asistentes debían hacerlo inclinados, sin levantar la cabeza en señal de adoración, hasta llegar a la cima.
Si es cierto, no consta en documento alguno, pero es una bonita explicación, y en la práctica llegas a hacerlo por la necesidad de no caer, aunque los habitantes tanto de la zona como de la ciudad, suben y bajan con una destreza digna de sus ancestros.

La Pirámide del Sol, el icono de esta zona arqueológica se muestra como un gigante al que miles de hormigas invaden… así parece a lo lejos, tanto es que una de sus caras ha sido dañada por el exceso de visitantes que constantemente suben y bajan.

No hay pasamanos o lugares donde agarrarse para restablecer el equilibrio, por lo que han colocado sogas desde la cima hasta el suelo para ayudar a los que se deciden a ascender.
Muchos buscan la energía que emana del lugar, otros para tomarse una foto turística, (hoy día un “selfie”), y muchos no resisten la tentación de demostrar que pueden hacerlo.
Yo tuve que conformarme con tomarle fotos a los demás, no pude con esa altura ni con aquellas escaleras.
Sitio de obligada visita no es un lugar más de turismo, es historia, son raíces, fue uno de los centros urbanos más grandes del mundo antiguo que llegó a concentrar una población cercana a los 200,000habitantes.
Situada en un valle, fue la sede del poder de una de las sociedades mesoamericanas más influyentes en los ámbitos político, económico, comercial, religioso y cultural, cuyos rasgos marcaron a los pueblos del altiplano mexicano, traspasando el tiempo y llegando al presente con la fuerza y grandeza con que sus constructores la planearon.
Teotihuacán se ubica al norte de la Ciudad de México, y se puede acceder a través de la carretera a Pachuca y al igual que en Cuicuilco y Chichén Itzá, se celebran festivales el día del equinoccio de primavera.


Llevamos nuestra merienda, y nos sentamos junto a un añoso cactus, en el mismo suelo donde cientos de años atrás una civilización fue capaz de construir tanta grandeza.






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