domingo, 23 de diciembre de 2018

TLALMANALCO, PUEBLO CON ENCANTO.




Uno de los primeros viajes a través de autopistas y carreteras mexicanas fue a Tlalmanalco, un poblado a más de una hora de viaje del DF, y al que estaba invitada a una fiesta de graduación.
Viajando en caravana por la autopista, con otros invitados, a pocos kilómetros nos desviamos hacia la carretera federal, mucho más estrecha, que atraviesa campos y poblados de pobreza manifiesta, con casas de bloques a medio hacer, pequeños sembrados en los alrededores y algún que otro animal doméstico pastando con desgano.
En el trayecto pasamos por una zona donde hubo grandes inundaciones hacía nada más que un mes. Era el Valle de Chalco, donde se asentaron miles de pobladores en tierras baldías que uno de los gobiernos les cedió para que hicieran sus viviendas, y cada cual hizo lo que pudo, son cientos de casas construidas en lo profundo del valle.
En Cuba diríamos que es un “llega y pon” gigante.
Ahí se rompió el dique de una laguna que recibe los albañales o aguas negras de la zona y se inundó todo aquello…con el correspondiente material fecal…infelices!
En el festejo, obsequiaron con un menú muy regional. La SESINA, que es carne hecha bistec muy fino al que le hacen un proceso de secado como al tasajo que conocemos, muy sabroso, nada salado, y se pone a cocinar en el COMAL, la bandeja por lo general redonda, de metal que se coloca sobre un anafre de carbón.
 También se ponen a cocinar hojas de NOPAL, muy nutritiva, y hasta las venden en cápsulas como fibra dietética, tuestan las TORTILLAS de maíz, aunque también las hay de harina de trigo, pero las tradicionales y verdaderas son de maíz, lo mismo blanquecinas que azules y no puede faltar el delicioso  GUACAMOLE.
El arroz a la mejicana, es amarillo, pero sin bijol, con zanahorias y petit-pois, o chícharos y lleva un proceso de preparación de cocineras expertas.
Unas butifarras muy picantes, bebidas, aguacate, cervezas, refrescos, y los correspondientes chiles para el que guste añadirlos a los platos, aunque a veces ya lo incorporan y hay que preguntar ¿pica????? , aunque no hay que confiar, si dicen que pica un poco... aguántese.  Todo un banquete para los invitados y los festejados.
La casa al igual que casi todas, está detrás de un muro alto, muy rústico, con una gran puerta de entrada y dentro la vivienda.
Es un típico pueblo de campo, Al frente había un terreno grande donde no se permiten construcciones porque se encuentran las ruinas de una pirámide precolombina, que no explotan turísticamente, pero está preservada como otro de los altares de culto de los Mexicas.

Un joven de la familia, que ha estado de vacaciones en Cuba sirvió de guía y fuí al centro del pueblo para ver la iglesia que data del siglo XVI. Según la historia regional fue el primer asentamiento de los monjes franciscanos.

Hay una estatua de un monje que data de ese siglo, de apellido Velázquez, y se cree que por ese lugar comenzó la evangelización de los regionales (los mexicas).
La torre del monasterio es posterior, pero la parte antigua se preserva igual, impresiona. Por la hora no pudimos entrar a la iglesia, que cuentan tiene un altar deslumbrante

El parque es el centro histórico del pueblo, y uno igual se puede encontrar en cualquier pueblo cubano, las mismas construcciones, los mismos espacios, diseñados por los mismos colonizadores.

En una de las calles que rodea el parque se encuentra un edificio del gobierno municipal, que tiene en su fachada un reloj que data del año 1927 y que para orgullo de los naturales aparece en una de las películas protagonizadas por Pedro Infante, llamada “Los Hijos de María Morales”., es una de las reliquias del pueblo, y es visita obligada de todos los que llegan al lugar.

Al regreso a la casa no podía faltar un TIANGUI, lleno de zapatos, cintos, y bolsos de piel, entre otros cientos de artículos.  A pesar de ser ésta una región pobre, el comercio tiene mucha actividad, y se encuentran puestos de ventas a ambos lados de la carretera. Pienso que, si un cohete uno quiere, allí lo puede encontrar.









En esta localidad los volcanes parecen estar “al alcance de la mano”, ya se estaba derritiendo la nieve, pero el sol de la tarde se reflejaba en la cima del Iztla creando un entorno mágico en el lugar.

 El Iztla es el que puede ser escalado hasta una altura determinada. El Popo tiene fumarolas, porque todavía está activo y está prohibido el ascenso, es monitoreado perennemente por los organismos encargados, porque con frecuencia se despierta y bosteza, llenando de cenizas los poblados cercanos.
Pero es todo un espectáculo ver aquella masa de rocas casi al final de una calle.
Fue un viaje muy pintoresco, siempre hay cerros a la vista, en uno de ellos un cartel enorme casi en la cima decía Cristo Vive, son muy devotos todos, los más viejos o “grandes” como dicen aquí, han logrado transmitir a las generaciones que le siguen sus tradiciones, creencias y cualquier joven habla con veneración de lo que su abuela o abuelo le enseñó, lo mismo de tradiciones religiosas, culturales o culinarias.
Conocen las leyendas, las historias, los monumentos de las múltiples regiones de su país y las comparten con el visitante, orgullosos de mostrarlas, basta conversar con un natural de la zona que visites, te cuentan todo sobre el lugar y hasta te llevan si es preciso.

 

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