Uno de los
primeros viajes a través de autopistas y carreteras mexicanas fue a
Tlalmanalco, un poblado a más de una hora de viaje del DF, y al que estaba invitada
a una fiesta de graduación.
Viajando
en caravana por la autopista, con otros invitados, a pocos kilómetros nos desviamos hacia la
carretera federal, mucho más estrecha, que atraviesa campos y poblados de
pobreza manifiesta, con casas de bloques a medio hacer, pequeños sembrados en
los alrededores y algún que otro animal doméstico pastando con desgano.
En el trayecto pasamos por una zona donde hubo grandes inundaciones hacía
nada más que un mes. Era el Valle de Chalco, donde se asentaron miles de
pobladores en tierras baldías que uno de los gobiernos les cedió para que
hicieran sus viviendas, y cada cual hizo lo que pudo, son cientos de casas construidas
en lo profundo del valle.
En Cuba diríamos que es un “llega y pon” gigante.
Ahí se rompió el dique de una laguna que recibe los albañales o aguas
negras de la zona y se inundó todo aquello…con el correspondiente material
fecal…infelices!
En el festejo, obsequiaron con un menú muy regional. La SESINA, que es carne
hecha bistec muy fino al que le hacen un proceso de secado como al tasajo que
conocemos, muy sabroso, nada salado, y se pone a cocinar en el COMAL, la bandeja
por lo general redonda, de metal que se coloca sobre un anafre de carbón.
También se ponen a cocinar hojas
de NOPAL, muy nutritiva, y hasta las venden en cápsulas como fibra dietética,
tuestan las TORTILLAS de maíz, aunque también las hay de harina de trigo, pero
las tradicionales y verdaderas son de maíz, lo mismo blanquecinas que azules y no puede faltar el delicioso GUACAMOLE.
El arroz a la mejicana, es amarillo, pero sin bijol, con zanahorias y
petit-pois, o chícharos y lleva un proceso de preparación de cocineras
expertas.
Unas butifarras muy picantes, bebidas, aguacate, cervezas, refrescos, y
los correspondientes chiles para el que guste añadirlos a los platos, aunque a
veces ya lo incorporan y hay que preguntar ¿pica????? , aunque no hay que confiar, si dicen que pica un poco... aguántese. Todo un banquete para los invitados y los
festejados.
La casa al igual que casi todas, está detrás de un muro alto, muy
rústico, con una gran puerta de entrada y dentro la vivienda.
Es un típico pueblo de campo, Al frente había un terreno grande donde no
se permiten construcciones porque se encuentran las ruinas de una pirámide precolombina,
que no explotan turísticamente, pero está preservada como otro de los altares
de culto de los Mexicas.
Un joven de la familia, que ha estado de vacaciones en Cuba sirvió de
guía y fuí al centro del pueblo para ver la iglesia que data del siglo XVI.
Según la historia regional fue el primer asentamiento de los monjes franciscanos.
Hay una estatua de un monje que data de ese siglo, de apellido
Velázquez, y se cree que por ese lugar comenzó la evangelización de los
regionales (los mexicas).
La torre del monasterio es posterior, pero la parte antigua se preserva
igual, impresiona. Por la hora no pudimos entrar a la iglesia, que cuentan
tiene un altar deslumbrante
El parque es el centro histórico del pueblo, y uno igual se puede
encontrar en cualquier pueblo cubano, las mismas construcciones, los mismos
espacios, diseñados por los mismos colonizadores.
En una de las calles que rodea el parque se encuentra un edificio del
gobierno municipal, que tiene en su fachada un reloj que data del año 1927 y
que para orgullo de los naturales aparece en una de las películas protagonizadas
por Pedro Infante, llamada “Los Hijos de María Morales”., es una de las
reliquias del pueblo, y es visita obligada de todos los que llegan al lugar.
Al regreso a la casa no podía faltar un TIANGUI, lleno de zapatos,
cintos, y bolsos de piel, entre otros cientos de artículos. A pesar de ser ésta una región pobre, el
comercio tiene mucha actividad, y se encuentran puestos de ventas a ambos lados
de la carretera. Pienso que, si un cohete uno quiere, allí lo puede encontrar.
En esta localidad los volcanes parecen estar “al alcance de la mano”, ya
se estaba derritiendo la nieve, pero el sol de la tarde se reflejaba en la cima
del Iztla creando un entorno mágico en el lugar.
El Iztla es el que puede ser
escalado hasta una altura determinada. El Popo tiene fumarolas, porque todavía
está activo y está prohibido el ascenso, es monitoreado perennemente por los
organismos encargados, porque con frecuencia se despierta y bosteza, llenando
de cenizas los poblados cercanos.
Pero es todo un espectáculo ver aquella masa de rocas casi al final de
una calle.
Fue un viaje muy pintoresco, siempre hay cerros a la vista, en uno de
ellos un cartel enorme casi en la cima decía Cristo Vive, son muy devotos
todos, los más viejos o “grandes” como dicen aquí, han logrado transmitir a las
generaciones que le siguen sus tradiciones, creencias y cualquier joven habla
con veneración de lo que su abuela o abuelo le enseñó, lo mismo de tradiciones
religiosas, culturales o culinarias.
Conocen las leyendas, las historias, los monumentos de las múltiples
regiones de su país y las comparten con el visitante, orgullosos de mostrarlas,
basta conversar con un natural de la zona que visites, te cuentan todo sobre el
lugar y hasta te llevan si es preciso.
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