lunes, 11 de marzo de 2019

CENOTE AZUL-TULUM-PLAYA DEL CARMEN (Primera parte)

28 de julio de 2010.
    
      A media mañana partimos de Chetumal hacia Tulum, a más de doscientos kilómetros de distancia.  Había que rodar bastante.
     De camino entramos en el Cenote Azul, una maravilla natural que se encuentra a la entrada de Bacalar y a orilla de la carretera. Con un diámetro de aproximadamente doscientos metros y una profundidad de noventa, según algunos que han tratado de medir su profundidad, otros estiman que no han encontrado el fondo.  Es uno de los mayores cenotes que se encuentran en la región.
     Cenote es un término que solamente se utiliza en México.  Su nombre tiene origen en el vocablo maya tz’onot que significa pozo o abismo.  Un depósito de agua de manantial, pozos de agua dulce y suave que para el mundo maya eran fuentes de vida, proporcionaban el líquido vital y eran además una entrada a las maravillas del otro mundo.
    Imágenes de Cenote Azul

     En una de sus orillas había un complejo rústico y tropical con restaurante, tiendas de artesanías y diversas ofertas para el turismo, en un ambiente de frescura y relajación.
     Todos se pusieron las trusas…y al agua.   Los más jóvenes nadaron por más de una hora alrededor del tronco de un árbol que servía de trampolín y cuyas ramas reposaban sobre la superficie del agua.  Luego del refrescante baño desayunamos acomodados en mesas que había alrededor del cenote, casi rozando el agua.  Los peces se aglomeraban en la orilla buscando migas que les dejaban caer.  El agua era azul, transparente, el verde de la exuberante vegetación estallaba ante los ojos. ¡Qué paz!  Hay varios cenotes en la región, pero por el momento solo visitamos éste.

     Ya era mediodía cuando íbamos a retomar el camino, pero… ¡la camioneta no arrancaba!  La batería estaba descargada.  Comenzamos a empujar por un declive aquella pesada carrocería…y nada…Un camión que salía del complejo turístico nos ayudó transfiriendo algo de electricidad y arrancó. Salimos creyendo que el problema estaba solucionado y con todos opinando del por qué la batería se había descargado.  Todos éramos expertos en ese momento.
     Transcurridos unos quince minutos de viaje, tuvimos que detenernos en el parqueo de una clínica de rehabilitación que se encontraba en el camino, porque la camioneta no caminaba.  Todos nos bajamos y sofocados por el calor del mediodía nos sentamos en el portal del edificio.
   Comenzamos a llamar al servicio de seguro de la camioneta rentada.  Celular que sube y celular que baja.  El seguro dijo que enviaría taxis para llevarnos a la población más cercana.  Después no aparecía el número con el que la camioneta estaba inscrita, por lo que ya ni teníamos la certeza de que existiera esa inscripción.

     Mientras gestionaban con el seguro, un miembro del grupo, un cubano acostumbrado a “cacharrear” con todo, sacó su llavero multipropósito, y con una cuchillita se puso a raspar los bornes, asegurando que ese era el problema.  Había un jardinero en el lugar y le pidió prestada una llave para poder desenroscar las tuercas (la camioneta no tenía herramientas).  Una vez que le limpió las tuercas, tornillos y cables, arrancó con el dulce sonido de la solución.  Era un falso contacto por la acumulación de suciedad (churre) entre las piezas.
     Relajados y listos para continuar, abordamos de nuevo y surgieron los comentarios.  Los amigos mexicanos alabaron la maestría y claro, hacía falta en el grupo un cubano, que no posee celular ni seguro,y que siempre lleva en el bolsillo o cartera cómo solucionar una emergencia haciendo uso de la imaginación.  La camioneta terminó bien el viaje y…no tuvimos otro inconveniente.
     Como no había tiempo para lavar, fuimos acumulando la ropa sucia, y la que resultaba imprescindible la poníamos a secar colgada por dentro de las ventanillas.  Menos mal que los cristales eran oscuros. Los amigos mexicanos de la tercera edad no se acaloraban, no se movían, no se quitaban los zapatos, era admirable cómo se mantenían tranquilos y sin despeinarse durante el viaje. Y llegamos a Tulum.
     Imágenes de Tulum

      Fotos de la autora.
      Revisión de estilo. Nilda Bouzot.

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