miércoles, 20 de marzo de 2019

XCARET, 29 de julio (Parte II)

     La imagen de la virgen de Guadalupe, tallada en el tronco de un árbol, presidía el altar de madera de una original capilla.  Los bancos, situados en escalones de piedra que descendían desde la entrada hasta los pies del altar, eran también rústicos.  Realmente hermoso.
     El mariposario se camina entre plantas florecidas y mariposas revoloteando.  Está cubierto con una malla que impide que los ejemplares escapen, están libres, solo que con el espacio limitado.  Visitamos el orquideario donde se exhiben gran variedad de especies.  En grandes estanques reproducen peces del arrecife.  El lugar donde cultivan diversidad de hongos comestibles y el sendero de selva tropical fueron parte del recorrido inicial, antes de disfrutar de un refrescante paseo por el Río Paraíso.
      Un río sin corriente que da una vuelta sobre su cauce, con el agua más transparente que se pueda imaginar se escurre entre altos farallones de roca, circula a través de túneles y por debajo de una cascada.  A la salida de un pasadizo abierto en la piedra había un embarcadero.   Desde allí se aborda una balsa hecha de troncos de árboles con asientos también rústicos, y un joven timonel inicia el trayecto empujándola con una pértiga.  Deslizándose suavemente sobre el agua, comienza el recorrido.   Se les ruega a los paseantes mantenerse callados para disfrutar del paseo tan relajante. Una solicitud difícil de practicar para un grupo de turistas cubanos que todo lo comentaban, pero nos esforzamos en cumplirlo.  Fue un viaje reposado, refrescante, perfecto, solo se escuchaba el silencio.

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