Tulum fue una ciudad
amurallada de la cultura maya a orillas del Mar Caribe, con una deslumbrante
costa que ese día estaba revuelta y con mucho oleaje.
Desde uno de los palacios, de
los que se conservan celosamente los vestigios, concedían el permiso a los
navegantes para entrar por un estrecho de mar entre los arrecifes que cuidaban
el acceso a la costa. Los arrecifes eran
visibles y se podía diferenciar el espacio navegable como un canal seguro para
las embarcaciones. Era un pueblo
dedicado al comercio con zonas de Guatemala.
¿Es posible imaginar hace milenios cómo pequeños botes y lanchas
trasegaban mercancías por aquellos mares?
El lugar cerraba a las cinco
de la tarde, y una vez más solo teníamos dos horas para disfrutar del mar y
hacer un recorrido por los mejores sitios.
No se podía todo, así que abordamos un trencito tirado por un tractor
que transportaba a los visitantes hasta la entrada. Era solo un kilómetro, pero no teníamos mucho
tiempo y lo mejor era aprovecharlo bien.
Al igual que otros
asentamientos visitados, estaba muy cuidado.
Había ventas de artesanías, de refrescos, comidas. Todos los servicios
necesarios para que los visitantes se sintieran bien. Los restos de los palacios y edificaciones
prehispánicas estaban muy conservados.
Las iguanas merodeaban por todas partes, gordas y tranquilas subían y
bajaban por las rocas con mucha facilidad y accedían a sus cuevas en los
farallones que bordean la playa.
Verdes, azules, grises, aire
fresco y caliente a la vez a las tres de la tarde, restos de palacios donde
vivieron orgullosos caciques, jardines florecidos y un mar que invitaba al
chapuzón. Tulum es uno de los destinos
obligados de los cruceros que arriban al Caribe.
Ese día había mucho oleaje y solo pudimos
refrescar los sudorosos y cansados cuerpos, luego de recorrer otra de las
maravillas del mundo maya. A la hora del
cierre regresamos hasta la salida en el trencito y pusimos rumbo a Playa del
Carmen, la playa más famosa de la Riviera Maya.
Lo primero que hicimos al
llegar a la ciudad fue buscar alojamiento.
Encontramos un hotel muy céntrico que a su vez tenía acogedores
departamentos a su alrededor. Tenían
comedor, una habitación grande con dos camas cameras, cocina, refrigerador,
ideal para nosotros cinco.
Los amigos se hospedaron en
el hotel y nosotros en uno de los apartamentos.
Cerca encontramos una lavandería que nos solucionó el problema de la
ropa. Al día siguiente iríamos a Xcaret
y no quedaba nada limpio para cambiarnos.
Disfrutamos y refrescamos en la piscina o alberca del hotel hasta cerca
de las nueve de la noche, previa visita al supermercado por
abastecimientos, Comimos … y a
descansar.
Playa del Carmen es una
ciudad que se estableció como destino turístico. Había muchos locales en venta y renta,
hoteles, comercios de norteamericanos, carteles donde predominaba el idioma
inglés. Cobran lo mismo en dólares que
en pesos mexicanos. Las calles estaban
muy concurridas con turistas de todas partes del mundo. Esta vez el recorrido nos llevó a la ciudad. La zona de playa espera para el próximo
viaje.
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